Creo que no hay un mayor desamor que perder a alguien porque se ha suicidado. Cuando la muerte llega por un proceso natural, enfermedad o edad, es más asumible.
El suicidio siempre deja tras de sí una estela de culpabilidad en los que se quedan ¿Cómo no me di cuenta de que estaba tan mal? ¿Por qué no supe ver las señales de que estaba pidiendo ayuda? Y un largo etc.. de preguntas sin respuestas que dejan un vacio en el alma difícil de llenar.
No he vivido la experiencia personalmente, pero si tengo varios casos en mi entorno y tanto la familia como los amigos se quedan en un estado de desolación total y absoluta, que en el caso de unos padres difícilmente se supera si además el hijo o hija era único. No tienen dónde agarrarse y hay que tener una fe inquebrantable en que el plan del alma para tan siquiera intentar entender que todo es perfecto en los tiempos de Dios, la Fuente, la Energía, el Universo o cómo prefieras llamar a ese Inteligencia Superior, para mi simplemente es Papá/Mamá.
Esa Inteligencia no nos está castigando, sé que es muy complicado de gestionar esto en momentos de tanto dolor. Ni tan siquiera se me ocurriría decirles a las personas nada más que un “Te quiero”, porque todo lo demás me resulta hueco e inútil en esas circunstancias.
Me creáis o no (ya dejaron de tener importancia las risitas a mi alrededor) tengo cierta “facilidad” para contactar con el otro lado. No había estado nunca en el espacio destinado a las almas que han desencarnado mediante el suicidio, hasta que se fue la hija de una amiga muy querida y pedí ir a ese espacio para intentar mitigar el dolor y la posible confusión que supuse tendría en esos momentos siguientes a desencarnar.
Volviendo a los sentimientos y emociones que provocan estas situaciones, hay que intentar salir de esos sentimientos de frustración y culpa. Claro que suele haber señales pero la mayoría de las veces son sutiles, incluso conozco algún caso dónde la persona estuvo alegre y divertida el día de antes. Salvo que ya se encuentre en una depresión visible, suelen ser muy hábiles a la hora de ocultar sus intenciones.
Si estáis pasando por un trance de este tipo hay un libro que explica el proceso y de cómo esas almas pasan el tránsito y vuelven a encarnar cuando están preparados. L libro es Ruptura de contrato de Anne Guivaudan, por si queréis buscarlo.
¡Qué cantidad de desesperación se necesita para tomar el camino de en medio! Me preocupa enormemente el sufrimiento anterior de esa persona, ojalá se prestara más atención a la salud mental y emocional. El suicidio es la principal causa de muerte en nuestro país y en alguno más.
Deseo de corazón que tengamos todos la capacidad de pedir ayuda, de que si nos la piden seamos capaces de darla y no mirar para otro lado. Qué nos puedan las ganas de vivir a los miedos, que saquemos esa dosis de fuerza extra antes de rendirnos, y que si nos rendimos la tierra nos sea leve y el viaje de vuelta apacible. Qué alguien nos venga a consolar a intentar que nuestro tránsito sea más llevadero.
Feliz vida.
Esther Cerón